THOMAS JEFFERSON, 1802
dimecres, 18 de març del 2009
El Jefferson tenia molta vista!
THOMAS JEFFERSON, 1802
dissabte, 14 de març del 2009
El mestre J. Vicens Vives.
divendres, 13 de març del 2009
diumenge, 8 de març del 2009
I Festival popular de poesia catalana (1970)
“La cançó del gosar poder”.
CANÇÓ DEL GOSAR PODER
Gosa poder ser fort, i no t'aturis:
gosa poder ser vell, que si tens fills
un testament els fermarà ben curt.
Gosa poder que no t'agradi massa
d'anar testat per un món que s'espera.
Si et sobren fills, avia'ls una guerra.
Gosa poder donar feina a xarnegos.
Amb el teu sou, compraran vi prou agre
perquè en tres anys els podreixi les dents.
No et faci por: tu pren l'opi dels rics
(d'opi, te'n ve d'Escòcia i de Roma).
Gosa poder tenir enemics a sou.
Tu, vailet nou, confia en anys futurs.
Prou temps tindràs de fer-te amics virgilis
que et llegaran eneides a salvar.
Gosa poder fer-te persona augusta,
quan tindràs temps. I avui, Octavi, noi,
gosa poder degollar Ciceró.
Barbat Alfons, emperador d'Espanya,
cosí d'un Sant i Savi tu mateix,
mira-t'hi bé, que en vindran de més savis
a historiar-te, i et diran que ets mal rei:
els has perdut una bruta batalla
que ells han gosat poder-se-la fer seva.
Mira-t'hi bé, general, que una pàtria
gosa posar molta esperança en tu.
No gosis, no, poder perdre batalles.
Però tampoc no et cal guanyar-les totes.
Si tens napalm per sembrar camps del Nord,
gosa poder perdre guerres de Sud.
Bichos increíbles y tenaces
Sí, ésa es la palabra exacta: pesadilla. Los ciudadanos de las ricas sociedades posindustriales vivimos dentro de un espejismo de seguridad, como si no pudiera o no debiera sucedernos nada malo, como si los reveses de la vida, incluyendo cosas tan naturales como la vejez y la enfermedad, fueran una completa anomalía, algo que no tendría que pasarte. Por eso, cuando el dolor llega, cae como una guillotina sobre nosotros, como una pesadilla insoportable. Y déjenme decirles algo duro de oír: el dolor siempre llega, antes o después. No hay vida sin su cuota de sufrimiento. Soy una ferviente lectora de los libros de biografías, y siempre me inquietó esa frase tan común en muchas de estas obras: "Ésa quizá fuera la última época de verdadera felicidad de Fulano, porque al poco tiempo...". Y ahí añadían que llegaba la enfermedad, o la muerte de alguien querido, la cárcel, la guerra, la desgracia. El comienzo de la maldita pesadilla.
Uno no suele hablar de estas cosas. El sufrimiento, en nuestra sociedad, es algo que resulta inadecuado, inconveniente, sucio. Algo que hay que ocultar. Pero, ¿cómo vamos a aprender a manejar ese dolor si ni siquiera somos capaces de nombrarlo? Cuando cae sobre nosotros la cuchilla de una desgracia, se produce, en primer lugar, una obsesión temporal. Piensas en tu ayer intacto e inocente, antes de que ocurriera. Si no me hubiera subido al coche del accidente, piensa la violinista. Si no hubiera tenido la idea de adoptar, tal vez piense mi amigo (en realidad, también podría haberle sucedido con un hijo biológico). Si pudiera regresar al ayer, antes de que me dijeran que estaba enfermo, o que mi esposa había muerto, o que... Añoras con desesperación lo que tuviste, es decir, esa normalidad que seguramente no apreciaste lo suficiente mientras la tenías. He aquí el primer aprendizaje esencial que deberíamos intentar extraer de la certidumbre de la desgracia: la felicidad es la falta de dolor y hay que intentar disfrutar de lo que se tiene. Es un pensamiento obvio, pero dificilísimo de llevar a la práctica.
Pero las calamidades te enseñan algo aún más importante: te descubren la asombrosa capacidad de resistencia que todos tenemos. El ser humano es un bicho increíble: no sólo aguanta casi cualquier cosa, sino que además se adapta, se regenera, reescribe la realidad y se reconstruye. Es muy posible que mi amiga violinista termine progresando como intérprete, porque el esfuerzo por recuperarse y el dolor del proceso puede hacer que mejore y ahonde su ejecución. Y es muy posible que el hijo de mi amigo se tranquilice y adapte, y que él termine siendo especialmente feliz al saber que ha salvado a un niño con problemas de un futuro de infierno. No estoy contando una novela rosa: la realidad ofrece todo el tiempo ejemplos de este tipo. Incluso en los dolores sin remedio, en la muerte y los duelos, somos capaces de seguir adelante y volver a encender una luz en las sombras. Somos animales tenaces y llenos de vida. Es lo que nos ha hecho triunfar como especie.